
Son las 6:14 pm. Estamos por aterrizar en la hermosa isla de Cuba. Mi Tía viene con un dolor de oído que no la deja descansar aunque dice que ya se le está pasando. Mi prima y yo nos asomamos por la pequeña ventana para reconocer entre la noche alumbrada, las fachadas tan características de la Habana. Las tres sonreímos. Mi estómago siente una emoción inexplicable que se debe a que al fin pisaré la tierra que tanto había querido visitar. Es un sueño cumplido, una oración contestada y una nueva misión a realizar.
Tía Rebe nos comenta que ya nos están esperando. Vendrán por nosotras para llevarnos a descansar ya que mañana a primera hora saldremos a explorar. Explorar las calles, los lugares históricos, degustar de la gastronomía y empaparnos de la cultura de la isla caribeña. Hasta ahora puedo decir que Dios está con nosotras y Él abrirá camino…
Y la increíble Isla no nos pudo recibir de mejor manera. Cada rincón es digno de fotografiar y aunque este no sería un viaje de placer en realidad conocer a su gente hermosa fue lo que hizo de este viaje uno muy especial.
Tras 16 días de recorrer Habana, Manzanillo y Mayari el viaje termina con uno de los atardeceres más bonitos que he experimentado. Desde el fuerte El Morro apreciamos una ciudad llena de vida a pesar de la opresión, llena de música, tan vibrante desde sus raíces con sueños tan latentes… Mi corazón quedó enganchado a este bello lugar y espero volver a verte pronto Cuba. ❤