BIENVENIDA SARAH

Todo comenzó con 1 cm de dilatación … Lunes 26 de Marzo acudo a mi cita mensual con la doctora simplemente para un chequeo de 38 semanas. «Yo creo que ya no pasas de esta semana, es más ya no pasas del miércoles» – dijo la ginecóloga. Algo dentro de mí hizo click y supe que ese sería el día en que conoceríamos a nuestra bebé.

Salgo de consulta y me dirijo a casa a preparar los últimos documentos necesarios para ingresar al hospital. Alisto maletas y me salgo a caminar por un par de horas porque dicen que caminar mucho ayuda al cuerpo a dilatar más rápido. Durante mi caminata tuve un tiempo hermoso con el Creador, le entregué mis nervios, mi entusiasmo, mis miedos a los contratiempos, cada persona que interactuara conmigo durante el parto y los médicos que estarían presentes, la salud de Sarah, nuestra economía y la nueva aventura a la que Luca y yo nos adentraríamos…

Llega la noche, 10:23 pm y comienzo a sentir algunos cólicos. ¿Comí algo que no me hizo bien?- pensé. Nop, ya eran las primeras contracciones del parto. 11:30 pm  «Aún son soportables» – le dije a Luca. Llamamos a la doctora y nos dijo que tratara de dormir y que en un par de horas le informara del intervalo entre las contracciones. Dormí como una hora y media hasta que a las 2:18 am nos dirigimos ya a la clínica donde me asignaron una habitación para esperar a que mi dilatación llegara a 10cm. En este punto ya tenía la mitad, pero los dolores comenzaron a ser muy intensos. Mi cuerpo temblaba cada vez que venía una contracción. No gritaba, solo me movía como lombriz y trataba de respirar pausadamente. Los pocos minutos que tenía de descanso entre una contracción y la otra los aprovechaba para orar. Me dieron un baño con agua caliente para relajar los músculos y definitivamente me ayudó por un rato hasta que de la nada mi cuerpo sintió la necesidad de pujar. Definitivamente Dios creó nuestro cuerpo de manera perfecta.

5:00 am, 27 de Marzo, me trasladaron a la sala de expulsión y con la mirada me despedí de Luca. Había llegado la hora de dar mi mayor esfuerzo pero ¿de donde saco fuerzas? Recordé en ese momento el significado de mi nombre: Dios es mi fuerza. Realmente puedo decir que Dios fue tan bueno conmigo porque saqué fuerzas de donde ya no tenía, mi cuerpo me dolía muchísimo, no podía seguir, incluso dije: «Ya no puedo» pero en un último esfuerzo y con un grito final, Sarah llegó a nuestras vidas con los ojos super abiertos y un llanto que calmó mi ser.

Nuestro primer abrazo fue uno envuelto en lágrimas, con un corazón agradecido y sintiéndonos los más felices. Hoy Sarah ya tiene dos meses y cada día aprendemos tanto del amor del Padre a través de su vida. Ella es súper risueña, le gusta escuchar nuestras voces, disfruta mucho del agua y le encanta que papá y mamá le canten.

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Mi vida ha cambiado tanto en tan poco tiempo, ya no duermo igual, ya no como a mis horas, mis prioridades ahora son otras, pero definitivamente no cambiaría por nada la etapa que ahora vivo. Sin importar en qué momento de vida estés te invito a que veas tu presente como lo mejor que tienes. Vive tu vida con propósito y encuentra en tu día a día motivos para ser feliz.

Nos leemos muy pronto,

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